domingo, 21 de diciembre de 2008

A manera de celebración

"I celebrate myself, and sing myself,
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good belongs to you.
I loaf and invite my soul,
I lean and loaf at my ease observing a spear of summer grass.
My tongue, every atom of my blood, formed from this soil, this air"...

Walt Whitman, Song of myself

Va aquí uno de mis favoritos. Por favor, quien lea, tome el tiempo y disfrute y suspire y haga una pausa y vuelva a disfrutar...

Otro poema de los dones

Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas

Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.

Jorge Luis Borges

viernes, 19 de diciembre de 2008

De razas puras...

Pues, he aquí una cápsula de sabiduría de uno de esos viejos demiurgos que hoy llamamos intelectuales. Pero qué cosa es la figura del intelectual, sino una forma contemporánea de nombrar a los lúcidos ancianos de la tribu.

Por cierto, si alguien sabe de otro video del maestro Carpentier, por fa pásenme la página, me gustaría verlo disertar sobre otros temas.

para siempre

-Esto es para siempre- decía ella en una de tantas noches cuando caminábamos por las calles del centro de Coyotlán, tantas veces nuestras.
Este preciso instante puede ser para siempre. ¿Qué es la eternidad, sino la memoria? Danzan los recuerdos de un lugar a otro en el extenso campo de la memoria. Somos memoria, el argentino, aquel descendiente de soldados sudamericanos y pastores protestantes, acertó en esa idea. Nuestra memoria, construida en buena medida de olvido, da todo el sustento a nuestra existencia. Soy a partir de lo que recuerdo y vive en mí, engendrado en la infancia y demás segmentos del pasado.

Todo está en cómo vivimos esos recuerdos, una vez que se asume el pasado como la catarata de memoria que desemboca en la poza del presente siempre cambiante, siempre nueva. Hemos de lidiar con el pasado, o bien ignorarlo, pues también es verdad que no existe otro olvido verdadero que la indiferencia. Recibir entonces los borbotones de pasado, saber cómo gustarlos y decidir nadar en ellos o salirnos a secar un rato al sol, pero también contemplarnos en el reflejo de nuestro presente, reconocernos distintos cada día en en ese espejo movedizo.

-Y deja ya de hablar en infinitivo, esa suerte de imperativo tieso-, me digo ahora a mí mismo. Vive y escribe a partir de los sueños, los deseos, las fantasías; no del pasado... (-Te vuelves a dirigir a ti mismo en imperativo.) En fin, habrá que seguirlo trabajando...

lunes, 8 de diciembre de 2008

abandono de la memoria

-Todos los recuerdos pueden ser reescritos- decía ella. Yo solía no creerlo y me hundía en esas melancólicas ensoñaciones del pasado, aferrado a memorias lacerantes generadoras de una nostalgia espesa y duradera. Pero el masoquismo tiene límites claros y tajantes que uno bien reconoce y asume o bien ignora para seguir solazándose en el dolor de la memoria. Aún, las cosas no ocurren de un día para otro y hace falta ir digiriendo la idea para que no nos tome por sorpresa (apenas lavando la ropa sucia) el presente. Él llegará de todas formas y no descansará hasta abrirle la puerta y recibirlo en el antecomedor, pues aunque trae prisa no desea solamente pasar por un café. Bienvenido sea entonces el presente, traiga lo que traiga consigo. Vamos, lo escucharé. Ya voy, sí, ya oigo que están llamando a la puerta...

jueves, 30 de octubre de 2008

Une calaverite pour Gabrielite

Gabrielito iba muy triste
por la bella ciudad luz.
-Ya por el Louvre anduviste
al lado del buen Jesús

Ay, Gabrielín tan tristón
Ay, Grabielín tan guasón
Al panteón van tus huesitos
con todo y tus lentecitos

Que buscando escritorcitos
en sus tumbas ya muy verdes
corre, corre y a pasitos
el aliento casi pierdes

"Y entre cuatro zopilotes
y un ratón de sacristán"
a Gabriel el don mitotes
se lo llevan a Mictlán

viernes, 3 de octubre de 2008

martes, 9 de septiembre de 2008

La experiencia del cuerpo


Foto: Gabriel Morales

Hice el propósito de seguir las instrucciones. Apenas vendados los ojos procuré dejar que el cuerpo fuera conducido paso a paso en el experimento.
Apenas vendados los ojos, la memoria sensorial venía...unas noches antes había sido aquel concierto. Todos, treinta o cuarenta, colocados en círculo alrededor del fuego, aplaudíamos a ojos cerrados. Cada quien un ritmo y los djembés en su propia atmósfera llevando su discurso independiente.
Cada individuo un par de manos, primero un aplauso,luego dos, luego cinco, luego ocho, luego un coro de aplausos.
Percusiones primarias con la piel animal.
De nuevo sólo veinte, sólo doce, sólo cinco, y luego los djembés a un ritmo hasta volver al silencio.

Esa noche era el silencio nuevamente, que no disimulaba el cantar de los grillos. Comenzó la caminata, tomando con una mano los hombros del que iba adelante. Desisistí de indagar quién era.
Entré al recinto.

Música lejana, música del bosque lejano.
Lluvia de semillas, lluvia de imágenes tactiles.
Una mano me ha ofrecido una nuez. Muerdo-mastico-machaco-mastico-muerdo-trago.

La música continúa. Recibo en mis manos una mazorca. La paso por mis piernas, mis hombros, el rostro, mi pecho. Sonrío.
Una flor. He decidido que no sea una gardenia. Circunda mi piel, la tomo entre los dedos la saboreo con el olfato. No conozco su nombre, no adiviné su forma. Ansío sentir de nuevo su aroma.

Una uva. Sí, una uva. Muerdo. Escupo sus semillas. Oigo la música.
Percusiones, estrellas, infinito.
En el centro, nuevamente. Sentado frente a él, mis manos rodeándolo: el fuego.
Fuego sagrado, fuego nuevo, fuego feroz, fuego genuino.
Y la música es crispación, la música es crepitar de maderas, la música es calor.

Hasta que de pronto...el fuego cesa.
Y es entonces la ráfaga. Música que es paso veloz. Música que es elevación.
Me pongo de pie. Es quizás la cúspide en la montaña, es quizás la proximidad del lago, es quizás la punta nevada en la sierra.
Me elevo. Erguido, respiro en alto. Inundo mis pulmones con el aire caluroso, siento el sudor resbalar por las sienes. Abro la boca, exhalo, soplo, miro sin mirar hacia el cielo.
Y de pronto ahí están colocadas en mis dedos las plumas.
Expansión. Cascada de aire suelta a la deriva. Y mis brazos se extienden en su anchura y se elevan y descienden y flotan y mi respiración es cada vez más fuerte y mi espíritu está latente y escucha y percibe y siente.
Y el sudor resbala y el calor aumenta.

Descenso. Vuelta. Oleaje.
Curvaturas y remolinos de mar llegan a mis oídos.


El mar. El mar que siempre está empezando. Paul Valéry

Es el agua que es principio, es el eco de las olas, el tráfago perpetuo del horizonte, del espeso horizonte de agua. Espejo en movimiento.

No sé en qué momento cae la noche. La memoria se afana en ahuyentar las transiciones.
Siento las manos en mi espalda. Siento las palmas deslizarse por los omóplatos y apretar mis brazos.
Percibo aquellos brazoz ajenos rodéandome.
Supe de quién eran esos brazos.
Sentí en el pecho la presión de sus manos y comprendí algo que nunca hubiera escuchado de sus labios.

La música se diluye.
Vuelta al exterior. Sigue escuchándose el rumor de los grillos. Soy conducido nuevamente.
La venda es retirada.
Abro los ojos. Delante de mí: el árbol, cuerpo de soledad y unión. Me abrazo a él.
Camino hacia el círculo.
Todos hacemos el círculo.
Juntos dirigimos la mirada: arriba, lejanas e inquietas en el claustro que es la noche, las estrellas.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

El actor ante el espejo



Amar, soñar, bailar; y después de la representación, ¿qué hay detrás del personaje?
Fuera del escenario, luego de los aplausos, el actor se va desnudando en la introspección. ¿Qué hay detrás de la máscara? ¿La honestidad de no ser sino un intento, un esbozo del sueño libertario o la fe, esa insistencia del hombre,
queriendo ser sublime? ¿La sutil búsqueda de la belleza o la conciencia de saber que nunca se ha de hallarla?

De aquí, vela por vela que va levantando la máscara: ¿hacer caso a la inteligencia, comprensible y defraudadora de la fe o escudarse en el soñar, divagar y pensar, pero no ponderar lo que así se obtiene?

Asumir una identidad: ¿Laico o creyente? ¿Reaccionario, reformista o revolucionario? (Cualquiera preferiría, antes que la hipocresía)

¿Lograr que la alegría prime ingenuamente en el diario comer y morir...o expresar la angustia, la exasperada búsqueda de la vida? ¿Dar la cara a la paradoja del anhelo de ser libre, siendo seres de naturaleza limitados o esconderlo bajo el ademán rutinario?

Y luego los anhelos…

¿Qué se busca con trascender? ¿Se quiere la fama? ¿Se quiere la descendencia? ¿Se quieren los discípulos? ¿Podrá algún día verse el hombre a sí mismo y dar sentido al ser?

Y colocándose el disfraz de la vida cotidiana, la sonrisa de los buenos días y el siempre estar bien, el actor se aleja de sí mismo, sabiendo que si se llegan a hallar las respuestas, para entonces seguramente habrán cambiado las preguntas...

jueves, 28 de agosto de 2008

Turok



Lo supo entonces. Era como si siempre lo hubiera sospechado, como si al descubrir las imágenes reconociera que en esos recortes de realidad, en esos fragmentos de mundo, que eran al mismo tiempo una irrealidad, un artificio, existiera el otro.



No. Existían más bien los otros, suerte de alteregos infinitamente complejos e inasibles. Aquellos otros subsistían en una profundidad subyaciente o metayaciente, o sepa Dios cómo podrían nombrársele a esa existencia alterna; una profundidad, como decía, ubicua y disimulada. Porque uno podría seguir viviendo tan tranquilo, pensando que las cosas son como son de inalterables e idénticas. Sin embargo, existen esas llamadas desde el otro lado, desde los otros lados.

Uno ya no puede estar en paz. Puede olvidarse, por supuesto, de que existe todo aquello. Vivir entonces en la superficie del mundo tal cual se presenta para ser manipulado en sus pequeñas y grandes cosas, pero nadie nos garantiza que de pronto pueda surgir a la víspera de una mirada traicionera, a la mitad de una frase que ya no suena coherente o en una de esas tardes en que sin asomo de causa encuentra uno la alegría.

El asombro ante Turok era definición de la mirada sobre sí mismo, incomodado por la desnudez.



Fotos: Antonio Turok

jueves, 21 de agosto de 2008

Desde otro balcón, don Carlos (otro sediento)



Desde el balcón, se ve:
han pasado muchos automóviles.
Desde el balcón, se piensa:
odio todos los libros.
Estoy triste porque no soy bueno.
Domingo. Uno de esos estúpidos
domingos sin sol.
La catedral parece que está hipotecada.
Yo me muero de ganas
de huir
de mí.
Parece que he comido manzanas
yanquis.
Una sola mujer hay en el mundo,
pero está ausente.

Si yo fuera pintor
me salvaría.
Con el color
toda una civilización yo crearía.
El azul sería
rojo
y el anaranjado,
gris;
el verde saltaría en negros estupendos.
¡Sabidurías de los colores nuevos!

Carlos Pellicer

martes, 19 de agosto de 2008

un sediento



"Fue sólo al borde de los cuarenta cuando empecé a comprender. No es bueno ser amado de tal manera tan joven, tan pronto. Uno se malacostumbra. Uno cree que eso llegó para quedarse. Uno cree que lo volverá a hallar. Uno lo da por sentado. Uno mira, uno se ilusiona, uno espera. Con el amor maternal, la vida te ofrece al alba una promesa que nunca cumple. Uno está obligado, a partir de entonces, a comer el plato frío hasta el final de sus días. Después de eso, cada vez que una mujer te toma en sus brazos y te aprieta contra su corazón, no hace más que darte el pésame. Uno se vuelve siempre a berrear sobre la tumba de su madre como un perro abandonado. Nunca jamás, nunca jamás, nunca jamás. Brazos adorables vuelven a asirse alrededor de tu cuello y labios muy dulces te hablan del amor, pero tú ya estás al tanto. Pasaste demasiado temprano al manantial y bebiste todo. Cuando de nuevo te alcanza la sed y estarías dispuesto a empaparte, ya no hay pozos, no hay sino espejismos. Has hecho del primer resplandor del alba un estudio muy ceñido sobre el amor y llevas contigo las notas. A donde quiera que vayas, cargas contigo el veneno de las comparaciones y pasas el tiempo esperando aquello que ya has recibido.

No digo que se les deba impedir a las madres amar a sus hijos. Digo simplemente, es mejor que ellas tengan todavía alguien más a quien amar. Si mi madre hubiera tenido un amante, yo no hubiera pasado mi vida muriendo de sed al lado de cada fuente."

Romain Gary, La promesa del alba.

Más sobre este autor y sus obras en:
elreinodeestemundo.blogspot.com

viernes, 15 de agosto de 2008

Desde el balcón



La calle se antojaba inhóspita, pero apacible. Miraba frente a sí el fragmento de ciudad que le correspondía en ese momento. La invencible, la invicta, la inmortal ciudad de la que había estado enamorado de manera monstruosa, de la única manera como se podía amar a esa ciudad. Sus cicatrices y sus parches, sus carencias, su sobreabundancia de todo, sus miedo y sus placeres, sus caricias. Pero también su fortaleza, su resistencia, su promiscuidad, su carácter, su violencia, su atrevimiento, su tristeza, su calidad de monstruo, su calidad de sueño, su antigüedad, su caos, su esperanza, su cualidad fragmentaria, su grandeza, su insistencia, su continuidad.

Francisco había mirado desde ese balcón su pasado. Y lo había narrado como una explosión súbita, como una reminiscencia de dolor, pero como una plataforma anclada en la ilusión, esa extraña ilusión en él, más parecida a una certeza de la continua movilidad. No había avances o retrocesos, sólo un movimiento circular, una presencia de lo ausente, una paciencia de la prisa.

La calle indiferente, la calle inmóvil, la calle callada. Las palabras del hombre se iban con el humo del tabaco. Y en ese ritual del fuego se consumían y revivificaban la nostalgia y el sueño, el deseo y la apatía, la lucha y la tranquilidad.

Ya la soledad se apropiaba del espacio.
Ya la noche abrazaba los cuerpos inertes, contemplativos y etéreos.
Ya desde el balcón se deslizaban las palabras en sonidos invisibles y dispersos.

domingo, 10 de agosto de 2008

correspondencia

La lectura es fuente de placeres y torturas insospechadas. Leí un comentario de Paz hace tiempo sobre la acusación de plagio hecha a Villaurrutia por un poema de Jules Supervielle.
Cuando leí Saisir debo admitir que sentí una especie de desilusión o algo parecido al entender que Villaurrutia no era taaaan original. Pero luego reparé en el hecho de que nadie es original. Fue como si ante un espectáculo de títeres se asomara uno detrás del telón (o de bajo o por encima o donde quiera que se escondieran las manos del titiritero) y descubriera los mecanismos. Una vez que sabemos el truco del mago nos asombramos de otra manera al contemplar el espectáculo.

Ahora (unos tres años después), recordé esa relación entre los dos poemas. Imagino a Villaurrutia sentado en un sillón de su casa leyendo el poema en alguna revista del movimiento surrealista traída por algún amigo recién llegado de Europa...

SAISIR

Saisir, saisir le soir, la pomme et la statue,
Saisir, l'ombre et le mur et le bout de la rue,
Saisir le pied, le cou de la femme couché
Et puis ouvrir les mains.
Combien d'oiseaux lâché
Combien d'oiseaux perdus qui deviennent la rue,
L'ombre, le mur, le soir, la pomme et la statue.

Jules Supervielle

Lo imagino levantándose del sillón, releyendo verso a verso, ensoñando imagen por imagen en esa lengua extranjera tan de su agrado y tan presente en su vida...Pa' no verme tan ridículo como Álvaro, ensayaré una versión ranchera pero con muchos ánimos de compartir:

Asir, asir la tarde, la manzana y la estatua,
asir la sombra, el muro y el fin de la calle,
asir el pie, el cuello de la mujer tendida
Y después abrir las manos.
Cuántos pájaros liberados
Cuántos pájaros perdidos que se convierten en la calle,
la sombra, el muro, la tarde, la manzana y la estatua.

Enmedio de una noche cualquiera (que hasta ese momento habría dejado de serlo), el poeta se habría levantado de la cama y en un cuaderno a un lado de su cama habría escrito unas primeras notas. Ya después, con calma, disciplina y los demás pesares que implica refinar un texto habría escrito:

NOCTURNO DE LA ESTATUA

Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las flechas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oírla decir: "estoy muerta de sueño".

Xavier Villaurrutia

Tendría que leer más a Supervielle para familiarizarme mejor con su noción de la estatua, no sé si sea tan importante en su poesía como lo es en la de Villaurrutia. Y finalmente es harto distinta.
En todo caso, volviendo a mi lectura una vez que asimilé, digerí, reconocí, o como quiera decirse, la influencia de Supervielle en Villaurrutia he releído los dos poemas. Son finalmente tan diferentes, llevan a espacios tan disímbolos. Quizás, poniéndonos muy bachelardianos, podríamos decir que el poema de Supervielle atañe más a la ensoñación y el de Villaurrutia proviene mucho más del sueño mismo, de la noche, esa noche suya tan llena de fantasmas y evocadora de la muerte.

A fin de cuentas, creo que si hubiera leído primero Saisir, no me habría significado tantísimo como el impacto de leer y escuchar y releer Nocturno a la estatua. La atmósfera de misterio, el ambiente nocturno y noctámbulo, la violencia de la imagen de la estatua, la relación de éste con otros poemas de Nostalgia de la muerte...

En fin. No digo más, que cada quien lea lo que lleva consigo.

jueves, 7 de agosto de 2008

Xalapa

A los otros dos

Y sí, su nombre se deslizaba por el pabellón del oído en sus tres sílabas abiertas y largas equilibradas entre el casi suspiro, su la estruendosa y una caída suave.

Verde y nebulosa a la vez, la ciudad se configuraba en el imaginario como una esperanza, como un quedo rumor de posibilidades, y el azar se entrometía tal vez para plantar un misterio o bien para augurar algún futuro.

Estridentópolis, hubiera dicho el amigo oriundo encantado de los chispeantes golpeteos de metal que resonaban en sus lecturas poéticas. Muy en el fondo, sin embargo, se deleitaba más con el chisporroteo de sensaciones evocadoras en el manso lago poema de Francisco Hernández Catemaco.

Ya la luna bajaba a mirarse en la resbalosa oscuridad de la noche.

Ya la piedra antigua exhalaba su sabiduría serena.

Ya el amigo sincero contemplaba su soledad.

Ya el tiempo caía gota a gota enmedio de la infinidad de los días.

Ya la noche extraviaba a los tres amigos en la búsqueda de placeres inocuos.

Ya el día les preparaba la continuidad del ciclo, la invencible fatalidad del retorno...

viernes, 1 de agosto de 2008

Salomónica

Para Úrsula

"Vanidad de vanidades, todo es vanidad." Eclesiastés, 1.2

"¿Qué es lo que fue? Los mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol." Ec., 1.9


"No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después." Ec., 1.11


"Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.

El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.

Entonces dije yo en mi corazón; Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.

Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio."

martes, 29 de julio de 2008

La mamonité d'Álvaro

Claro, claro. La cita en francés. Álvaro, si querías citar una canción que hablara del pasado y la nostalgia y esto que lo otro, porque no entonces citar a Silvio:

¿A dónde van las palabras que no se quedaron?
¿A dónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas, como prisioneras de un ventarrón?
¿O se acurrucan, entre las hendijas, buscando calor?
¿Acaso ruedan sobre los cristales, cual gotas de lluvia que quieren
pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿a dónde van?

¿En qué estarán convertidos mis viejos zapatos?
¿A dónde fueron a dar tantas hojas de un árbol?
¿Por dónde están las angustias, que desde tus ojos saltaron por mí?
¿A dónde fueron mis palabras sucias de sangre de abril?
¿A dónde van ahora mismo estos cuerpos, que no puedo nunca dejar de
alumbrar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿a dónde van?

¿A dónde va lo común, lo de todos los días?
¿El descalzarse en la puerta, la mano amiga?
¿A dónde va la sorpresa, casi cotidiana del atardecer?
¿A dónde va el mantel de la mesa, el café de ayer?
¿A dónde van los pequeños terribles encantos que tiene el hogar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿a dónde van?

Pero bueno, ya lo sabemos, te encanta payasear.

martes, 22 de julio de 2008


Hoy quiero decir con Charles Trenet:

Ce soir le vent qui frappe à ma porte
Me parle des amours mortes
Devant le feu qui s' éteint
Ce soir c'est une chanson d' automne
Dans la maison qui frissonne
Et je pense aux jours lointains

Que reste-t-il de nos amours?
Que reste-t-il de ces beaux jours?
Une photo, vieille photo de ma jeunesse

Que reste-t-il des billets doux
Des mois d'avril, des rendez-vous?
Un souvenir qui me poursuit sans cesse

Bonheurs fanés, cheveux au vent
Baiser volés, rêves émouvants
Que reste-t-il de tout cela?
Dites-le moi

Un petit village un vieux clocher
Un paysage si bien caché
Et dans un nuage le cher visage
De mon passé

(Charles TRENET / Léo CHAULIAC)

Para que no digan:

Esta tarde el viento que golpea mi puerta
me habla de los amores muertos
ante el fuego que se apaga
Esta tarde es una canción de otoño
en la casa que se estremece
y yo pienso en los días lejanos

¿Qué queda de nuestros amores?
¿Qué queda de esos bellos días?
Una foto, vieja foto de mi juventud

¿Qué queda de nuestras cartas de amor,
de los meses de abril, de nuestros encuentros?
Un recuerdo que me persigue sin cesar

Alegrías marchitas, cabello al viento
Besos soplados, sueños emotivos
¿Qué queda de todo aquello?
Dímelo

Un pueblito, un viejo campanario
un paisaje bien escondido
y en una nube el rostro querido
de mi pasado

miércoles, 2 de julio de 2008

Lejos de la salvación

No nos dejes caer en la tentación...
Cuando rezaba el padre nuestro de niño, siempre que llegaba a este punto imaginaba a un hombre cayendo en un precipicio. Y, creo, en esa imagen está arraigada mi noción más profunda del fracaso: una caída (las caídas a veces ocurren por dar un mal paso, cabe recordar).

Pero, ¿cómo he de medir el fracaso tan temido?
Esa caída al abismo que sería contemplada por el universo de miradas.
Y ya en mi delirio las miradas supervisan, contemplan y me persiguen y acosan con sus demandas y sus sentencias.
Cada una halla su momento para hacerme un reclamo.

Ante esa turbamulta de miradas, ante sus exigencias y sus muy mentadas expectativas, ¿a dónde puedo ir si no es al fracaso?

(Ya parace que las escucho ahora: "¡Qué ostentación el hecho mismo de escribir en público tus quejas y tus inquietudes! ¿Crees de verdad que alguien debería molestarse en leer esto?"
Pero, ¿cómo hacer de otro modo?, ¿cómo no buscar un lugar virtual, incapaz como me siento ahora de apropiarme un espacio simbólico coherente, auténtico en el mundo?)

Volcarse entonces sobre ellas, escupirles en su rostro las demandas...interponer un espejo y...Pero, momento. ¿No sería darles demasiada importancia?, tanta como quieren.
Mejor entonces procurar deshacerse de ellas, alejarlas o, mejor, nadearlas, que no ningunearlas.

Intentaré entonces...abandonarlas a otra deriva.

lunes, 30 de junio de 2008

Mi mayor pecado

He perdido los días. He perdido horas enteras, minuto tras minuto, en la bizarra concupiscencia de soñar el tiempo. Como agua, los borbotones de tiempo se deslían entre mis dedos. Y éstos, hastiados ya de ese desgaste inútil se desgarran la cutícula con ayuda de los dientes hasta hacerla sangrar.

La imaginación no es sino un mismo ciclo, alterado apenas por fugaces chispazos de una luz que proviene fuera del círculo.

Y bien, es éste mi mayor pecado. Desperdiciar el tiempo, como eyacular en tierra yerma. No es que quiera concebir los frutos de una creación...sino al menos asir algunas de esas imágenes que se suceden en el día, captar la señal de algo, contar una mínima historia coherente de lo singular, romper con los silencios bastardos de una existencia aparentemente vana.

Quisiera dormir como resultado de un auténtico cansancio y no volcarme sobre la noche en el repaso de posibilidades y no revolcarme en madrugadas extrañando el llanto.

La vida habría de ser afirmar o negar con la certeza de asumir un compromiso con la palabra, no aceptar melifluamente la existencia comodina.

Aletargado en laureles manidos y loas espontáneas, quizás legítimos unos y otras...Aletargado y luego despertado por el llamado apremiante de la conciencia, el llamado ininterrumpido del buen consejo, de los expectates deseos, de la voz que he escuchado de la estatua nocturna, la imperturbable, la tiesa, la inagotable voz ¿hueca? de la estatua hilarante.

Y no puedo escapar a ella. No puedo escaparme de ti, sigo mirando atrás al absurdo entrelazamiento de recuerdos, nubarrones de imágenes dispersas que se agolpan en el mediodía de una idea o una imagen. Al alba de cada ocurrencia se suceden futuros (imbéciles inventos) y pasados (fantasmas) y ensueños (delirios). Inútil evocación del tiempo.

Cada pensamiento vano es como un escupitajo al cielo y en el rebote, en el infalibe retorno a la tierra están la derrota y el remordimiento.

miércoles, 25 de junio de 2008

La tarde es una ventana abierta por la cual se filtra un viento silencioso que hace temblar ciertos recuerdos

martes, 10 de junio de 2008

domingo, 8 de junio de 2008

La mirada se desprende como una flor que sigue su curso en el aire y da volteretas. La mirada persigue un rostro y lo atrapa. El rostro no pretende quedarse inmóvil y apenas es capturado se alza en múltiples juegos de adivinación. Ya no es cautivo pero se sabe vigilado. Recoge la flor del piso, la eleva en un danzar que aparenta perpetuidad y la invita a volar con un soplido. La mirada se aleja y cae de nuevo al piso. Se aleja aún más para capturar un gesto cualquiera que describa el aire.

lunes, 2 de junio de 2008

El sábado finalmente no se proyectó Memoriales perdidos, pero fue una agradable tarde en la que se recordó con humor y nostalgia a Jaime Casillas. Francisco Sánchez, Marcela Fernández Violante, Segio Olhovich, José de la Colina, Víctor Ugalde, Gabriel Retes y Jaime Casillas (hijo) entre otros hablaron de distintos aspectos de la personalidad y las anécdotas de este hombre.

Después de que abogó tanto porque existiera el cineclub de la Escuela de Escritores, no es para menos que lleve ahora su nombre. Ojalá que todo esto fructifique en el desarrollo de tantas posibilidades como sea posible de escribir. Y escribir en español, como decía Jaime. Y no porque se trate de plantar el español como la lengua superior al resto, sino porque es una de las tantas formas de expresar el pensamiento que no puede perderse. Tantos millones de hombres hablaremos inglés, dijo Rubén Darío, ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?, se preguntó Efraín Huerta. No, tantos millones de hombres hablaremos español, dijo Cortázar (sí, aún su español poblado de galicismos, pronunciado con erres extrañas y situado en la capital francesa, también ese español).

Y escribir para gente inteligente. Y escribir y hacer cine y caricatura y telenovelas y performances, que planteen visiones críticas, historias creativas mamadoras de las tradiciones culturales antiguas, obras teatrales que incidan en la reflexión de nuestras sociedades, ensayos que cuestionen la validez de las reglas.


Y escribir apasionada y disciplinadamente.
Así seremos fieles al espíritu de Jaime Casillas.

jueves, 29 de mayo de 2008

Vayan a ver Memoriales perdidos


Se proyectará Memoriales perdidos, escrita y dirigida por Jaime Casillas Rábago como parte del homenaje del Cineclub de la Escuela de Escritores de SOGEM.
La cita es este sábado 31 de mayo a las 5:30 pm en el Foro Usigli del Centro Cultural José María Fernández Unsaín, Eleuterio Méndez 11, Coyoacán.
La película obtuvo cuatro arieles en 1986 en las categorías de Argumento Original y Guión Cinematográfico, Mejor Actor (Claudio Brook) y Mejor ambientación.
Actúan: Claudio Brook, Mario Casillas, Ignacio Retes, Roberto Sosa.
(Dar clic en imágen para más detalles.)

martes, 27 de mayo de 2008

También me gusta...


Lavar las manos en casa de Ofelia Gámez en Tzintzuntzan.



La alfombra de acerrín de colores en jueves de corpus en la antigua Tzacapu-ansucutinpátzcuaro.


Cuando papá platica con su amigo Octavio.

lunes, 19 de mayo de 2008

En la ciudad perdida

El aire fresco había acompañado la caminata en medio de los cactus, el suelo polvoso, y un sol quemante escondido tras las nubes grises, de pronto descubierto entre las ramas de mezquites y pirules.
Avanzábamos de prisa, ansiando la llegada a las ruinas, bosque de antiguas palabras extraviadas para nosotros los extranjeros. Quiero decir que no importaba ya si Fernando o Matilde fueran nacidos en México, los cuatro éramos extranjeros en ese espacio de una toponimia ancestral igualmente extraña a nuestro español.
Yo había soñado con conocer un lugar así. Donde los dioses se manifestaran tan a ras de suelo, tan cercanos a nuestro vulgar mundo y al mismo tiempo haciendo evidente su distancia, su atemporalidad, su poder suprahumano y ajeno a nuestra inteligencia.
Cuando llegamos, comprendí que éste era un lugar como el de aquel sueño donde una estatua de proporciones inverosímiles me miraba desde su altivez. Era una estatua juez que de día me proporcionaría su sombra y de noche la magnificencia de los reflejos de la luna en su oscuridad.
Pero esta ciudad, a diferencia de la de mi sueño era una ciudad abandonada, desperdigada en alguno de los ciclos del fantasma tiempo, mera ruina para nosotros los ignorantes del pasado.



Fernando, Matilde, Lucas, preguntaban mi parecer sobre el lugar.
Por alguna razón habría perecido la ciudad más grande de esa civilización antigua. Alguna razón, y decir razón es ya intentar humanizarlo, incomprensible a nuestra capacidad imaginativa habría llevado a una división política, a un desastre social, a la destrucción del mundo. No supe más que decir. Caminé entre las columnas y los muros, subí y bajé los escalones del edificio principal sin hablar. Me dolía una extraña costumbre de visitar esos lugares y sentirlos lejos de su esplendor. Caminamos de vuelta. Solo entonces logré sonreir y disponerme a seguir la vida.
Somos tan parecidos los hombres de todas las épocas. Algún día quizás, quienes sobrevivan al desastre ecológico hallarán las ruinas de New York y de Río de Janeiro y al contemplarse en ellas se preguntarán si ellos no cometerán los mismos errores que nosotros.

domingo, 18 de mayo de 2008

martes, 13 de mayo de 2008

Diletante, sinuoso, disperso, vacilante, el cuerpo acorazado de vanidad da pasos temerosos. Camina como en una imagen de siluetas, sombras que se unen y se separan en un andar escandaloso y fatuo.
Bajo el porte de esa facha inconfundible, de ese trote torpe y una sonrisa ingenua, se esconde no obstante, se esconde ante el espejo, se esconde ante el charco de lluvia que se topa en el la calle malholienta...una luz.
Y esa luz puede ser de pronto látigo, sí, pero látigo luminoso, verdad a voces enunciada, no gritada (no hay necesidad de gritar cuando luego del bullucio fugaz la calle puede ser penetrada por el silencio). Ese látigo verdad ilusión podría mostrarse también en unas cuantas lágrimas, profundas y dolientes pero limpias.
El cuerpo, destrozado, queriendo cobijarse aún bajo la vanidad, sabe a pesar de sus engaños (los reales y los sugeridos de pronto por la facilidad del pretexto), el cuerpo sabe que el latigazo de luz, que el violento rayo deslumbrante es también una esperanza.
Ya no es látigo entonces. No debe ser látigo, no puede ser látigo, sino luz abrumadora aunque sea apenas un resquicio en el andar débil y umbroso, siempre diligente.

Hacia ese efímero rayo de luz, hacia ese destello de sol hay que destinar la caminata.

jueves, 24 de abril de 2008



"What special affinities appeared to him to exist between the moon and woman?
Her antiquity in preceding and surviving successive tellurian generations: her nocturnal predominance: her satellitic dependence: her luminary reflection: her constancy under all her phases, rising, and setting by her appointed times, waxing and waning: the forced invariability of her aspect: her indeterminate response to inaffirmative interrogation: her potency over effiuent and refluent waters: her power to enamour, to mortify: to invest with beauty, to render insane, to incite to and aid delinquency: the tranquil inscrutability of her visage: the terribility of her isolated dominant implacable resplendent propinquity: her omens of tempest and of calm: the stimulation of her light, her motion and her presence: the admonition of her craters, her arid seas, her silence: her splendour, when visible: her attraction, when invisible."

"¿Qué especiales afinidades le parecía haber entre la luna y la mujer?
Su antigüedad en preceder y sobrevivir a sucesivas generaciones telúricas: su predominio nocturno: su dependencia satelítica: su reflexión luminar: su constancia bajo todas las fases, elevándose y poniéndose a sus horas fijadas, creciendo y menguando: la forzosa invariabilidad de su aspecto: su respuesta indeterminada a la interrogación inafirmativa: su poder sobre las aguas efluyantes y refluyentes: su capacidad de enamorar, de mortificar, de revestir de belleza, de enloquecer, de incitar y ayudar a la delincuencia: la tranquila inescrutabilidad de su rostro: la terribilidad de su proximidad aislada dominante implacable resplandeciente: sus presagios de tempestad y de calma: el estímulo de su luz, su movimiento y su presencia: la admonición de sus cráteres, sus áridos mares, su silencio: su esplendor, cuando visible: su atracción, cuando invisible".

James Joyce, Ulysses

Lugar común: Algún día terminaré de leer el Ulises.

miércoles, 23 de abril de 2008

a la caza de citas

Ya podría ponerles una casa a mis citas, pero siento una necesidad imperiosa de compartir...


Cuanto puedas

Si imposible es hacer tu vida como quieres,
por lo menos esfuérzate
cuanto puedas en esto: no la envilezcas nunca
en contacto excesivo con el mundo,
con una excesiva frivolidad.

No la envilezcas
en el tráfago inútil
o en el necio vacío
de la estupidez cotidiana,
y al cabo te resulte un huésped inoportuno.

Konstantinos Kavafis
(versión de José María Álvarez)

martes, 15 de abril de 2008

en algún estado del alma...(cita)

El huésped
Jaime Augusto Shelley

Esta es una habitación
de paredes blancas
y muebles en reposo.

En cada sitio predilecto
se detienen, por un instante,
perros y enseres de arcilla roja.

Eso es todo.
Para alegrarme,
por las noches me despido de la luz
y dejo que el viento,
largo tiempo asomado a la ventana,
entre y silbe ruidosamente
entre los libros.

viernes, 11 de abril de 2008

Decir, por ejemplo, el mar.

¿Dónde empieza el final del mar? o más aún: ¿a qué nos referimos cuando decimos mar? ¿Nos referimos al inmenso monstruo capaz de devorar cualquier cosa o esa ola de espuma en torno a nuestros pies? ¿Al agua que te cabe en el cuenco de la mano o al abismo que nadie puede ver? ¿Lo decimos todo con una sola palabra o con una sola palabra lo ocultamos todo? Estoy aquí, a un paso del mar, y ni siquiera soy capaz de comprender dónde está él. El mar. El mar.

Ismael A. Ismael Bartleboom a su adorada.

Alessandro Baricco, Oceano mar, Compactos Anagrama, Barcelona, 1999, p. 40.



Ésta es la lluvia de abril.



Alfombra de jacaranda

El sueño de Jaime
por Héctor Rivera

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=611381

Tan vital, tan inquieto, tan lleno siempre de proyectos. Cuesta trabajo imaginarlo en el fondo de una caja de muerto. Quise ir a la funeraria a despedirme de él, pero no pude. Lo siento. Y siento mucho, muchísimo, su partida inesperada. Jaime Casillas era un tipo verdaderamente genial, lleno de una energía envidiable.Tenía un aire de anarquista español, una vehemencia de revolucionario de la vieja época, un humor a veces surrealista.

Con los largos cabellos canosos, un rostro enjuto envuelto en una espesa barba igualmente blanca, se enojaba mucho con ciertos temas. Se ponía furioso en verdad. Bufaba, resoplaba y su rostro se tornaba cenizo, moviéndose a los lados, enredado en el humo del cigarro, en actitud de negar con énfasis.Pocos lo recordaron en el momento de su muerte, ocurrida el martes pasado, y se quedó en el olvido su papel heroico en defensa del cine mexicano hace 20 años, mientras ocupaba la presidencia de la Comisión de Premiación de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas. En esos años, la crisis que devino en crónica en el cine mexicano comenzaba a echar raíces, alimentada por una producción vulgar y barata que se resistía por sistema a la calidad y a la dignidad, pero más al respeto al espectador.El 7 de diciembre de 1987 en la Cineteca Nacional, durante la entrega de los premios Ariel, frente al entonces presidente Miguel de la Madrid, Jaime, quien fungía entonces también como secretario del interior de la Sección de Autores del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica, puso el dedo en la llaga y arremetió contra los productores privados, “empeñados en el mundo del comercio absoluto y en la satisfacción de las bajas pasiones de un público indefenso y analfabeta”. Y no sólo eso. También le pidió públicamente al presidente que defendiera la sobrevivencia de los estudios cinematográficos nacionales y, más aún, que fueran declarados propiedad cultural de México.

Pocas veces en la historia de la cinematografía nacional ha habido tanta claridad y coherencia en un cineasta. Con su discurso, Jaime libró una batalla inédita contra los poderosos dueños del dinero, propietarios también de buena parte de una industria que consideraban prácticamente de propiedad privada.Aquel sexenio no podía ser más desolador para los cineastas mexicanos, con el Instituto Mexicano de Cinematografía en manos de Enrique Soto Izquierdo. El periodo más árido en la historia del cine mexicano.

Tres días después de su aguerrido discurso, Jaime fue convocado a una reunión en la oficina del adusto secretario de Gobernación, Manuel Bartlett. Fueron citados también siete productores privados: Alfonso Rosas Priego, Gregorio Wallerstein, Raúl de Anda, Fernando Pérez Gavilán, Juan José Ortega, Carlos Amador y Jacobo Feldman. De alguna manera, en esa reunión les torcieron la mano para que aportaran cada uno 100 millones de pesos de los de entonces para financiar una docena de proyectos fílmicos.El acuerdo que comprometía a los mercaderes del cine mexicano con la producción de películas de calidad corrió como el viento entre los cineastas con el nombre de “Plan Casillas”, casi al modo de un documento histórico. Era como ligar el agua con el aceite, como obtener una flor de un jardín imposible.O, mejor dicho, un espléndido sueño que no tardó en desbaratarse a punta de patadas de la más contundente realidad.Unas cuantas semanas después, la Asociación de Productores y Distribuidores de Películas Mexicanas, con Alfonso Rosas Priego al frente, decidió en pleno y por unanimidad romper con la Academia.Y no sólo se largaron con sus películas comercialotas. También se echaron para atrás en el compromiso asumido ante el secretario de Gobernación. “Mientras Jaime Casillas permanezca al frente de la Academia no cuenten con nosotros”, dijeron.Y cumplieron su promesa, llenos de indignación. Al año siguiente no había ninguna película de producción privada en las ternas de los premios Ariel de la Academia.

Entre poco más de 20 películas presentadas por las instancias fílmicas estatales e independientes, incluidas las universitarias, resultó triunfadora Mariana, Mariana, de Alberto Isaac. Poco después cayó la cabeza de Jaime Casillas.“Sí siento alivio; me siento muy aliviado, me he quitado un peso de encima”, me dijo suspirando al abandonar la Academia, concluida su gestión de dos años. En su denuncia sobre la basura que producían los privados no había mala intención. Sólo la claridosa verdad, inevitablemente recibida por los señalados como insulto. “Yo me retiro sin ningún rencor; no ataqué a nadie personalmente; hubo momentos difíciles en los que hubiera renunciado, pero eso hubiera sido tanto como decir que nos habíamos equivocado, y ese no era el punto.”Poco después de su salida, la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas fue reestructurada a la medida de las necesidades e intereses de los productores privados, que regresaron de inmediato a la fiesta de los arieles.

Flaco y algo encorvado, vistiendo siempre con discreta elegancia, Jaime vio cómo su plan, que buscaba el financiamiento de los ricos para que los pobres hicieran películas, se hundía lentamente en las turbias aguas del olvido.“No llegamos a ningún acuerdo; todo quedó como estaba; hubo un desprecio total hacia nosotros, pero yo no tomo en cuenta sus insultos. Aquí no pasó nada”, decía lleno de dignidad y de resignación.

Hoy, Jaime es sólo un puñado de cenizas arrojadas al viento. También es un ejemplo para muchos.

jueves, 3 de abril de 2008

Esta mañana he despertado con un dolor profundo en el pecho. Y es que asimilar la pérdida de este hombre... Ya vienen a mí las imágenes de cuando exponía las culturas griega, islámica, renascentista...y la tarde que le presté un libro de conferencias de Borges, las visitas que le hice a su oficina, el día que le llevé nuestro libro de generación y lo recibió con aquel entusiasmo, esos abrazos enérgicos, y por supuesto esa voz proveniente como de una caverna de la sabiduría profunda y al mismo tiempo del hombre que vive al día, pendiente de los problemas cotidianos.

Anoche, cuando María Eugenia Merino leyó las dedicatorias que escribieron muchos de los ex alumnos todos aplaudimos muy fuerte, como aquella última clase cuando se proyectó en diapositiva un acercamiento a La creación de Miguel Ángel. Todos de pie aplaudiendo, todos conmovidos, pero esta vez ya no por las palabras del maestro y su gracia para exprimirnos las emociones. Esta vez ya no se acercó Jaime a pedir un cigarro, ni se les salieron las lágrimas diciendo: "Carajo, soy un animal sensible. ¿Por qué soy tan sentimental, chingao?"
Esta vez sólo nuestras lágrimas y el silencio.
Y me he repetido no sé cuántas veces que esto es normal, que así acabaremos todos un día, pero cuesta tanto trabajo hacerse a la idea.
Saber que ya no estará Jaime en la escuela los jueves, saber que ya no puedo ir a buscarlo en José María Velasco, saber que ahora es sólo la memoria. Siempre la memoria.

miércoles, 2 de abril de 2008



Jaime Casillas Rábago
(San Miguel el Alto, Jalisco, 1936 - Ciudad de México, 2008)

Qué energía, qué pasión, qué coraje y qué ganas de compartir tu amor al conocimiento.


Siempre en la memoria. Gracias, amigo. Gracias, maestro.

martes, 1 de abril de 2008



El recuerdo de esa tarde no hace a un lado el aroma a zacate húmedo
Tampoco nublan la vista los enjambres de zancudos
Todos los sentidos convergen en la Gran barriga morada que es la tarde
Morados sus arbolitos que la pueblan
Moradas las faldas donde el sorgo señorea
Y las nubes se resisten a acariciarla con su llovizna

Los hombres caminamos sudorosos, íntegros
sumidos en una plática y mirando nuestro pies

De pronto de tanto caminar y no mirar más que los pies, el paisaje se transfigura
todo se vuelve de colores de verdura
Los hombres de San Juan nos abrazan, nos dan de comer y nos abigarran con su alegría
Entonces una eléctrica apuñalada del cielo
y caen a montones los cántaros


En la luz castaña

Una hora por encima del dolor
y la ilusión se desparpaja
en vertientes y vías
que la fuerza del rayo cubre
de marrón y de hojarasca dorada

Una hora por encima del dolor
y la esperanza es ya
tonos y matices,
sueño y augurio
que adelantan pasos
a esos caminos maltratados
por el sabor calcinante de las suelas

Una hora por encima del dolor
concluye
y es vuelta a la orilla con pies insomnes,
brazos tendidos al borde del borde de sí mismos,
ademán avergonzado
mirada manida
bajo la égida de luz castaña,

Los nubarrones amenazan en una carcajada
Los paraguas se pudren al final del charco
y las manos se acuestan al final del día.

jueves, 27 de marzo de 2008

La Maripo S.A.



Ejido El Rosario, Ocampo, Michoacán.



Éste es un atardecer en el rancho.




In memoriam

No puedo pasar esta fecha por alto. Y si he decidido escribir hoy aquí es antes que nada para celebrar la vida de una mujer que predicaba con su ejemplo la paciencia, la templanza y la perseverancia.
Hace cinco años, cuando viajé al funeral de mi abuela pensaba en todo lo que ya no sería igual a partir de entonces. Y en efecto han sido cinco años fundamentales, definitorios, perturbadores. Está por demás decir que en ese entonces no podría imaginarme donde estoy. Sólo podemos definirnos a partir de lo que hemos sido y lo que estamos haciendo, sobre todo esto, pero el futuro es mera ilusión.

La abuela ha quedado atrás. No pocas veces la he soñado. Aparece como si fuera un error su muerte, una mentira y en el sueño me reconcilio con su presencia. Vuelvo a tocar sus manos suaves y apergaminadas, vuelvo a escuchar su voz lenta, apacible, decidida y su tierno recibimiento.
Tantas veces me esperó, tantas veces estuvo atenta a mi llegada. Y yo, cada vez que me iba, lo hacía pensando en la posibilidad que a la vuelta ya no la encontrara. Uno se apega a esta idea y quiere hacerse el fuerte y contempla su ausencia como si lo hubiera esperado siempre.
Pero eso no basta.
Cuando vuelvo a la casa y llega la hora de la comida o, nuevamente, la hora de partir, siento como si todavía fuera la ocasión de ir a buscarla.
¿Cuántas veces ya en la mesa he estado a punto de preguntar dónde está...?
Y entonces me doy cuenta. Y soy yo quien está a la espera.
Sabemos todos que un día partiremos, pero esa conciencia no es suficiente.

Aquí permanece, aquí la recuerdo.
Vives en mi memoria y ese es mi único consuelo, María Trinidad.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Leyendo una conferencia de Steiner

Me he dado cuenta recientemente que me gusta leer conferencias. La síntesis y el intento por hacer las ideas accesibles, si bien pueden demeritar el pensamiento original, logran atrapar al receptor inquieto que intenta iniciarse en la complejidad de una Obra, o un Pensamiento. Así, decidí probar el íncipit de unas reflexiones sobre Europa de George Steiner. No me ha dado respuestas muy novedosas, pero me ha hecho preguntas muy importantes y me ha ayudado a formular algunas otras:

"No hay nada que amenace a Europa más radicalmente -'en las raíces'- que la detergente marea de lo angloamericano, una marea que aumenta geométricamente, y los valores uniformes y la imagen del mundo que ese 'esperanto' devorador trae consigo. El ordenador, la cultura del populismo y el mercado de masas hablan angloamericano desde los clubes nocturnos de Portugal hasta los emporios de comida rápida en Vladivostok. Europa, en verdad, perecerá si no lucha por sus lenguas, sus tradiciones locales y sus autonomías sociales. Si se olvida de que 'Dios está en el detalle'.
Pero ¿qué debemos hacer para equilibrar las contradictorias exigencias de la unificación político-económica y las de la particularidad creativa? ¿Cómo podemos disociar una salvadora riqueza de diferecias de la larga crónica de los aborrecimiento mutuos? No conozco la respuesta. Sólo sé que quienes son más sabios que yo deben encontrarla y que ya se está haciendo tarde." La idea de Europa, pp. 63 y 64.



Me he preguntando instantáneamente acerca de la propia diversidad de Nuestra América, como tanto gustaba llamarla Martí. Tan sólo ponerse a revisar las distintas lenguas existentes en Nuestro México da para pensar en la necesidad de conservar todas esas visiones del mundo (si como decía Gramsci todo lenguaje aporta por sí mismo una filosofía). Últimamente he viajado con frecuencia a Michoacán. Sé que los purépechas están haciendo su esfuerzo. Hace casi veinte años se renació la celebración del Fuego Nuevo y en enero me enteré de la existencia de un festival de poesía en dicha lengua. Yo no sé purépecha, pero la presencia de esa geografía del sur de Guanajuato y las distintas regiones de Michoacán, pletórica de esdrújulas, inspira posibilidades interesantes. Además, hoy sólo se necesita una computadora y una conexión a internet para publicar poesía en cualquier idioma. Pero este es sólo un caso entre tantos.
Ahí está el potencial, pero hay tantísimo qué hacer... (De entrada creo que hemos de reconocer los aborrecimientos similares a los que refiere Steiner, muchas veces disfrazados de lástima o falsa compasión hacia las otras maneras de ver el mundo entre los habitantes de este territorio. Somos la diversidad, pero no realmente unida sino conglomerada.)

domingo, 2 de marzo de 2008

Viaje al Bajío


Mina La Carbonera, Trinidad, Querétaro.


Templo de San Francisco, San Miguel de Allende.


Formación de riolita, Bernal, Querétaro.


Claustro de San Francisco, San Miguel de Allende.

Las baldosas de cantera ofrecían la frescura a los pies y recorrían su cuerpo proporcionándole descanso. A esa frescura se agregaba la sombra que siempre agradecía en medio de las jornadas inundadas de sol. Cada paso, por lo demás, una vuelta a la memoria, un avance en la imaginación de una vida pasada; ahora monje, ahora estudiante de filosofía e historia en la universidad virreinal, ahora preparatoriano en los años veinte. Le gustaba sospechar esa vida entre los muros robustos, prestos para el estudio, la charla y la escritura...

domingo, 24 de febrero de 2008

La cita:

Sábado 1ero de marzo de 17:00 a 17:50 hrs.

Gerardo de la Torre charla con Jesús Nieto en la Galería de Rectores del Palacio de Minería.

Tacuba 5, Centro histórico.

"En la secundaria ya vivíamos en Narvarte. Y muy chamaco me mandaron a una escuela secundaria por cooperación, que eso era un decir, era de cuotas muy bajas. Nada más que, no entiendo por qué, quizá porque yo era de los más chiquitos de edad y de tamaño me dio por salirme de la escuela. Es decir, iba yo a la escuela, entraba, pero había una ventana a la cual le faltaba un barrote. Y me iba a caminando a Vértiz donde había varios terrenos baldíos. En uno de esos había un árbol muy alto, un pirul si no mal recuerdo y ahí me subía yo a leer, pero no sólo leía aquellas novelitas policíacas o cualquier otra cosilla que me gustaba en lo que se suponía que eran mis horas de clase, sino que iba yo anotando resúmenes de los libros escolares."




"En Ensayo general, no lo puedo decir con tanto conciencia del caso pero yo creía…desde luego creía en la causa y en la lucha y que algún día implantaríamos el socialismo y no sé qué, un socialismo humanista, libertario, el que siempre me preocupó. Y creía, que es lo peor, que la novela podía ser una de las palancas para…no que mi novela fuera a causar una revolución (a menos que la consideraran tan mala que iniciaran una revolución contra la imprenta, ¿no?), sino que pensé que podía influir en ciertos sectores para que por lo menos vieran con simpatía aquel hecho del socialismo y de la revolución que la implantaría.
Eso pronto acabó. Ya en una novela como Muertes de Aurora, que es inmediatamente posterior, el personaje está en una cantina con su vaso de agua y dice “La única verdad es el vaso de ron con agua y aquí estoy esperando a los próximos derrotados para que vengan también a servirse un ron con agua”, cosas así. Ya en 80, que publico esa novela, ya estaba en la decepción. Curiosamente en 81 se desintegra el Partido Comunista y yo todavía estaba en el partido ya más por tradición que por convicción. Además ya estábamos en la legalidad y en esas células culturales, que no han servido jamás para un demonio."



"Octubre, la derrota, no fueron para mí el golpe vasto y determinante que destruyó las ilusiones, las inquietudes y en muchos casos los jóvenes cuerpos y almas de una generación, sino un dolor que llegó a acompañar y a atenuar el otro más antiguo y a su vez se vio aminorado por éste. El dolor, no la rabia. No quedaba, pues, sino seguir en la lucha, participar en todas las batallas, inventar cada día modos de compromiso y participación. Vivir, en suma. Y vivir generosamente." (De cuerpo entero, p. 53).

Una vez que De la Torre abandonó su trabajo como obrero industrial, la práctica de corrección de estilo, traducción, periodismo, guionismo televisivo y cinematográfico, entre otros, ha sido la continuación de su formación en la escritura; aunado a esto, por supuesto, las incontables horas de lectura que siguen siendo tan importantes para el autor.
En una librería de la Avenida Juárez, propiedad de Polo Duarte, un exiliado español, el joven lector fue descubriendo nuevos autores, así como compañeros de discusión y tertulia. Escritores como Simón Otaola (otro exiliado español) y Juan Manuel Torres, nacido en Minatitlán y con una formación cinematográfica en Polonia, lo fueron acercando a una manera diferente de ver la literatura.
Ese recorrido práctico e intelectual ha fraguado en una obra narrativa que consiste en un promedio de treinta libros y que ha sido reconocida oficialmente por varias instituciones culturales.
Luego de ser becario del Centro Mexicano de escritores, De la Torre ha obtenido el Premio de Novela PEMEX, cincuenta años de la expropiación en 1988 por Hijos del águila y el Premio de Novela José Rubén Romero del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en 1992 por Los muchachos locos de aquel verano.