viernes, 12 de junio de 2009

Mañana fresca
Baña el sol las bugambilias y los surcos de maíz
Gorjean los tórtolos
y trinan otros pájaros a destiempo
Ansias de verte

miércoles, 10 de junio de 2009

Correspondencia

Para Libertad y Francisco

Hace unos días llegó una nota al apartado postal que compartimos hasta su muerte Álvaro y yo en la avenida Aldama. Venía en un sobre laqueado en el que estaba escrito mi nombre con pluma fuente y la única referencia de su remitente eran las iniciales "A.S." Copio aquí la nota que hallé dentro:

Distinguido señor:

Me permito escribirle porque tengo entendido que es usted sociólogo y domina varias lenguas romances, también es de mi saber que es usted un apasionado de la literatura, por lo tanto es usted la persona indicada para resolver mis dudas.

Sin ánimo de quitarle tiempo, le contaré brevemente cómo llego este texto a mis manos, con la única intención de aportar datos que puedan ayudarle.

Habrá sido hace dos meses, una mañana que como es habitual en mi rutina asistí a misa. Suelo cargar mi Biblia, ya que disfruto de leer algunos pasajes sentada en la banca de madera que se encuentra en el atrio bajo la sombra de un laurel, cuando de manera inexplicable apareció entre las paginas una hoja de papel amarillenta. Sentí que se desbarataba de sólo tomarla entre mis dedos y al acercarla alcancé a ver el siguiente verso:

Petite camusette à la mort m'avez mis,
Robin et Marion s'en vont au bois joly,
Ilz s'en vont bras à bras, ilz se sont endormis,
Petite camusette à la mort m'avez mis.

Espero contar con su ayuda para la traducción del verso anteriormente citado, de antemano le agradezco la atención brindada y le envío un cordial saludo.

Atentamente

Srita. Agustina Santomonte


P.D. Los honorarios que disponga cobrar serán enviados de manera inmediata a este apartado postal.


En un principio pensé que a Álvaro le hubiera gustado mucho recibir esta carta y me habría ayudado a realizar la pesquisa. Pero está demás hablar de los que ya no están. Después de una investigación minuciosa, consultando diccionarios y a algunos conocidos que conocen poemas franceses, recibí ayuda de manera inesperada de cierto amigo que es más bien conocedor de música. Casualmente (y ahora me pregunto si en verdad existen las casualidades), escuchaba Francisco un disco de música renacentista inglesa. Y ahí, de pronto, como si planeado, escuché "Petite camusette..."
Estupefacto, le solicité a mi amigo que por favor me hiciera escuchar de nuevo ese fragmento. Y sí, ahí estaba. Se trataba de Josquin des Pres, un músico contratado por un duque inglés en el siglo XVI para hacer música en la corte.
Según averiguaciones posteriores resultó que se duda mucho actualmente si Josquin era tan original como prentendía. Por otra parte, muchas de sus canciones tienen una fuerte inspiración clásica (en Virgilio, por ejemplo), o bien popular. Este último parece ser el origen remoto del fragmento que la señorita Montesanto halló entre las páginas de su biblia.

Así, le contesté a la señorita Montesanto:


Afable señorita:

Sin afán de usurpar modestia, le indico antes que nada, que sus referencias sobre mi persona son inexactas. En primer lugar, si bien soy egrasado de una licenciatura en sociología, no es verdad que domine yo lenguas romances. El español, bella y compleja lengua materna cada día me asombra con sus excepciones a reglas gramticales y sus múltiples secretos que seguramente jamás terminaré de descubrir. Perdería el encanto por lo demás el fatigar las páginas de diccionarios y manuales, que si bien nos generan más dudas, sin duda nos ayudan a aclarar otras.

El inglés y el francés son lenguas que estimo, a veces con vehemencia, a veces con decidia, pero que conozco más o menos. La otra lengua que quiero y admiro es la italiana, cúmulo de esdrújulas, guarida de sonidos nasales y eres (semenjante en ocasiones, a mi juicio, a la lengua purépecha de los michoacanos). Pero ésta, quizás mi más apreciada lengua romance, la conozco escasamente.

A continuación hago mi torpe traducción de los versos que usted me refirió, procurando de alguna manera conservar algo de su música:

Pequeña chatita, a la muerte me ha enviado
Al lindo bosque han ido Robin y Marion
Un brazo sobre el otro, se han quedado dormidos
Pequeña chatita, a la muerte me ha enviado


........................

Le contesté a la señorita Montesanto atendiendo solamente a su interés en la traducción. Sin embargo, habría mucho más que decir, y mucho más que investigar si es que el origen de los versos es más remoto aún que los años en que Josquin des Pres les puso melodía. Quizás incluso podría pensarse en alguna relación con las canciones (¿cantatas?) del siglo once de la zona provenzal. Pero esto es sólo una aventurada suposición sin ningún sustento. Sin saberlo, la señorita Montesanto me ha puesto ahora a escuchar músicos renacentistas y a leer ciertos ensayos de Ezra Pound sobre el origen del endecasílabo en la lengua hablada por los cátaros y demás habitantes de Occitania, cuando el amor cortés.
Quizás esté aún en buen momento de volver a mi vida, antes de verme del todo extraviado en un borgiano laberinto de textos que refieren a otros textos que a su vez refieren a otros textos, y así de manera infinita.

En fin.