lunes, 8 de diciembre de 2008

abandono de la memoria

-Todos los recuerdos pueden ser reescritos- decía ella. Yo solía no creerlo y me hundía en esas melancólicas ensoñaciones del pasado, aferrado a memorias lacerantes generadoras de una nostalgia espesa y duradera. Pero el masoquismo tiene límites claros y tajantes que uno bien reconoce y asume o bien ignora para seguir solazándose en el dolor de la memoria. Aún, las cosas no ocurren de un día para otro y hace falta ir digiriendo la idea para que no nos tome por sorpresa (apenas lavando la ropa sucia) el presente. Él llegará de todas formas y no descansará hasta abrirle la puerta y recibirlo en el antecomedor, pues aunque trae prisa no desea solamente pasar por un café. Bienvenido sea entonces el presente, traiga lo que traiga consigo. Vamos, lo escucharé. Ya voy, sí, ya oigo que están llamando a la puerta...

1 comentario:

Unknown dijo...

Ella tiene razón, los recuerdos pueden reescribirse, y no sólo una, sino varias veces. Mas creo, como al final entiendo en tu escrito, que más que reescribirlos hay que ensancharlos, tomarlos sin miedo y dejarlos correr. Así nos acompañarán sin ahogarse en la tierra fértil del presente.