miércoles, 30 de diciembre de 2009

Del hermano de Apollinaire



"Caligrammes aparece en 1918, pero el primer poema-ideograma, como al principio llamó Apollinaire a esas composiciones, fue publicado en 1914: Lettre-Océan. Escrito-¿o debo decir: dibujado?- sobre una 'Carta Postal de la República Mexicana', contiene varias pintorescas alusiones a nuestro país y está dedicado a su hermano Albert Kostrowitzky, que vivía en México desde 1913 (murió en 1919, sin haber regresado a Francia). José María González de Mendoza lo trató. Frecuentaban el gimnasio de la YMCA y hablaban a veces de poesía. Un día tropezó con él en la calle Balderas; Albert le mostró un telegrama de París y le dijo: 'Ayer murió mi hermano. Era el mejor poeta de Francia, aunque pocos lo sabían..."

Octavio Paz, nota a pie de página en El camino de la pasión: López Velarde, Seix Barral, México, 2001, p. 11.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Apuntes sobre el universo literario de Jorge Luis Borges (segunda entrega)

La sorpresa y la fascinación en la lectura de Borges responden a la suma originalidad de sus reflexiones a partir de razonamientos filosóficos, no por nada se le ha comparado con los sofistas. En el ya citado poema "Yesterdays", Borges dice también: “Soy lo que me contaron los filósofos”. Pero, ¿cómo es que Borges interpreta la filosofía? o, ¿cómo juega con ella en su literatura? ¿Por qué no escribió, tratados filosóficos si tanto se interesaba en ellos?
Tomo prestado por respuesta un desafío irreverente, fragmento del prólogo de Ficciones:

"Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos. Mejor procedimiento es simular que esos libros ya existen y ofrecer un resumen o comentario."

En Ficciones cristalizan diversas ideas sobre la realidad y su imaginación, cosechadas en la lectura de infinidad de volúmenes de esa biblioteca paterna que Borges denominó en una ocasión “el acontecimiento capital de su vida”. Los cuentos de Borges son, al tiempo que narraciones deslumbrantes en su despliegue de un lenguaje preciso y contundente, una síntesis de reflexiones filosóficas y de una inteligencia que penetra el pensamiento de los otros para imaginar formas del universo, o mejor dicho, para reinventar el universo bajo un cúmulo de posibilidades.

Si en una parte importante de su poesía Borges descifra y desgarra las posibilidades de su ser, de su vida concreta; en los relatos es más notorio el desvanecimiento de la figura autoral. El tiempo, la dualidad, los espejos, la ceguera, los ritmos cíclicos, las posibilidades de la metafísica aparecen como algunos de sus temas privilegiados, pero siempre a partir de historias de personajes diferentes.
Ficciones, al igual que su vida misma, o en todo caso los detalles de su vida que nos interesa fatigar son comentarios breves a una infinita lectura del universo. Pero insisto, dicho universo es aquel que este hombre imaginó de una manera compleja. Así, la filosofía y la matemática son en este autor finas elaboraciones que sirven a su creación literaria.

La maestría y la obsesión de Borges por el cuento hallan una justificación no exenta de humor en el prólogo a la primera sección de Ficciones, citado más arriba en este texto: “Más razonable, más inepto, más haragán, he preferido la escritura de notas sobre libros imaginarios.” Al hacer esto, Borges obliga al lector a cooperar en la imaginación de esos libros, esas propuestas, esos mundos (como es el caso de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius"). Y en efecto, diez o veinte páginas le bastan a este hombre para proponernos una lectura del universo que bien puede interpretarse en ocasiones como ciencia ficción, cuento policial de la más fina factura, o burla del crítico literario y del escritor fantoche.

La mente de Borges es un gran laberinto. Cuando en un cuento se plantea la posibilidad de una lengua en la que no existan sustantivos, en otro se propone la existencia de un hombre cuya virtud y desgracia es el poder recordar cada instante, y entonces puede pasar una hora entera recordando precisamente cada segundo de una hora ya pasada. Otro cuento sugiere la posibilidad de que un mismo hombre sea juzgado por la historia como héroe y como traidor a partir de los mismos hechos, uno más cuenta la historia de un hombre que sueña a otro hombre y al final descubre que él también ha sido soñado. Y así…

En "El jardín de senderos que se bifurcan", por ejemplo, el relato de un hombre envuelve a su vez otro relato y ese a otro como en una caja china. Conforme avanza la trama, Borges va dejando ver una concepción intrincada del universo mediante la descripción de una novela atribuida a un tal Ts’ui Pên. La novela de este personaje consistiría en una, "cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente[…]En la obra de Ts’ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones[…]Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos".



Se me ocurre pensar, que de no ser que Borges publicó cada uno de los cuentos que componen Ficciones en distintos momentos, podríamos ver el conjunto de su obra como una novela inagotable similar a la de Ts’ui Pên. En todo caso este cuento en específico trata el asunto del infinito, sumamente apreciado por Borges.

No me considero capaz de evaluar propuestas filosóficas en estos cuentos, como lo hace mordazmente el padre Méndez, personaje de la novela Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato. Sin embargo, tampoco creo que haga falta involucrarse en una discusión en esos términos cuando, como lo sugiere el narrador de "Tlön…" en uno de los universos paralelos que imagina, la metafísica puede considerarse una vertiente de la literatura fantástica.

Si bien puede decirse que Borges se burla un tanto de la filosofía, al tiempo que es una de sus influencias fundamentales, lo primordial es que para este autor el fin prioritario de la escritura es el estético. La literatura es un universo inagotable donde lo mismo pueden convivir la ecuación algebraica y la metáfora, donde el autor en tanto individuo sale sobrando.

Según esta perspectiva, si Borges escribió para la eternidad está demás quién era él. En mil y un años quizás se llegue a pensar como hoy de la Ilíada o aun de Hamlet que la autoría de El Aleph es el resultado del trabajo de un grupo de escritores. Entonces, Borges sería tan anónimo como personaje del cuento "La ruinas circulares", aquel hombre de ojos grises a quien “nadie vio desembarcar en la unánime noche”.

No obstante, en Ficciones descubrimos el desdoblamiento del autor en muy distintos personajes, no tanto aquellos detalles que un biógrafo podría destacar, sino la exploración imaginaria, esa consecuencia de su largo recorrido intelectual por distintas lenguas y tradiciones de escritura. Su herencia, esa obra erigida como un clásico, es en todo caso lo que permanece, lo demás es materia.

Según el planteamiento común a los cuentos “El pequeño milagro” y “El Sur”, el hombre puede elegir la forma de su muerte y en ese camino se convierte en su álter ego. Fuera de que podamos hallar en un diccionario o en internet la ubicación ginebrina del último sueño de Borges, ¿podemos saber si escogió morir asesinado por un compadrito en una esquina de la calle de Garay en Buenos Aires, o destrozado en una batalla en el desierto de Junín, o escuchando a su abuela leer la Biblia en inglés? En realidad ignoramos el destino que haya elegido, sólo queda su palabra entre nosotros para esparcimiento de la memoria y la imaginación.

viernes, 18 de diciembre de 2009

What if you slept?
And what if, in your sleep, you dreamed?
And what if, in your dream, you went to heaven
and plucked a strange and beautiful flower?
And what if, when you awoke,
you had the flower in your hand?
Ah, what then?

Samuel T. Coleridge

jueves, 17 de diciembre de 2009

Encuentro con la fantasía



Leer es montarse en la imaginación del otro, acaparar las reflexiones, descripciones y demás posibilidades de creación congregadas por un autor e interpretarlas de acuerdo a nuestras propias coordenadas culturales.
Pero la consecuencia de la lectura no es la mera retención de esas propuestas de un autor, sino la discusión de éstas con aquel bagaje constituido en nuestro universo de significación.

Una formación lectora adquirida en la adolescencia me había hecho otorgarle más importancia a la literatura enmarcada en el paradigma de lo "real", empujándome incluso a despreciar lo fantástico. Pero la vida ha querido que me tope con propuestas que escapan a ese canon (principalmente en los últimos dos años) y he tenido que cuestionar duramente mis prejuicios. En ese camino he hallado algunos mentores. Mario González Suárez propone romper con un molde determinado por el Estado mexicano, según el cual la literatura de este país está articulada por el común denominador del tema México y particularmente el asunto de la Revolución.

Por otra parte, de manera paralela, Verónica Murguía me ha guiado a la lectura de Ende. La historia interminable me ha hecho cuestionar esa preponderancia de lo real, tan asentada en mí; entre muchas otras cosas, Baltasar Bastián se pregunta si no creer en los fantasmas no es en el fondo la expresión del miedo a que existan. Pero el libro plantea una reflexión más profunda; en el mundo de la Realidad las creaciones fantásticas son mentiras y, por lo tanto, falsedades, nulidades. En el mundo de lo real, la fantasía es Nada si no es dotada de su propio orden, de su contexto.
Curiosamente, González Suárez sostiene que la razón por la cual es importante para el Estado normar lo que se debe leer (mediante programas de lectura en la Secretaría de Educación Pública, principalmente) es porque mediante la literatura se establece qué es la realidad.

Ahondando en un ejemplo, ¿podría decirse que "Luvina" es un cuento de la Revolución mexicana? Los profesores de secundaria o preparatoria dan a leer a Rulfo como si se pudiera incorporar a la tradición de la novela (y el cuento, siempre menospreciado) revolucionaria(o). Sin embargo, esa narración tan universal, tan próxima a un lector de cualquier época, tan profundamente compleja y polisémica, no tiene nada que ver con Los de abajo. O bien, tiene tanto qué ver con esa novela como con la canción "En algún lugar de Duncan Dhu".



Por otro lado, Vargas Llosa ha abordado el tema de las verdades y las mentiras con mucha ironía y establece algunas de las razones por las que en política conviene censurar cierta literatura.* Aquí sólo quiero agregar que en política se emplea la fantasía como una aparente realidad para hacer valer un punto de vista. Ende no se equivoca, la fantasía empleada así, fuera del contexto del mundo fantástico, es la mentira vil.
La historia sin fin propone un mundo, y con él se establecen también las reglas de lo posible dentro de él, donde recupera una idea que se remonta al Génesis. El mundo de Fantasia es creado gracias a la palabra, nada más halagador para un poeta; el hombre posee el privilegio de nombrar y renombrar.

Dije al comienzo que leer es montarse en la imaginación del otro, pero ahora debo matizar, pues también es crear con el otro. El escritor se da la maña para lograr impresionarnos con sus propuestas imaginativas, pero el lector tiene que completar el proceso imaginando él mismo. Phantasia sería el equivalente a imagen en griego y a partir del siglo XII, también mito o ficción, según Fernando Corripio. Lo fantástico, por lo tanto, es indispensable para la creación, si no hay imagen, no hay deseo (decía Aristóteles); y si no hay deseo no hay literatura.

Cuando cada lector hace su lectura, su propia imagen de lo que lee, las capacidades creativas devienen ilimitadas. Si bien Borges ha dicho que el libro es extensión de la memoria y de la imaginación, a esos compendios de dos universos tan indisociables se suman la memoria y la imaginación de los lectores, que de ese modo expanden lo revelado por los signos de tinta.

* Álvaro Ruiz Abreu en La cristera. Una literatura negada, editado por la UAM-I revisa la bibliografía que toca el tema cristero, contraponiéndola a la corriente de la Revolución mexicana. Si bien esta literatura no ha sido censurada, sí se ha menospreciado (como el estudio mismo de la Guerra cristera), por no mencionar que Abreu considera a Elena Garro una de las exponentes de esa clasificación que propone. Pero la gran literatura en realidad, aunque considero válido que se lea desde perspectivas políticas, históricas, filosóficas o religiosas, no puede limitarse solamente a una de esas lecturas. La gran literatura es universal y atemporal.

Apuntes sobre el universo literario de Jorge Luis Borges (primera entrega)

Evoco la sensación que se apoderó de mí al leer por primera vez "Las ruinas circulares", "La muerte y la brújula" y "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". Es la emoción de la proximidad con ese espacio literario en el que convergen las más variadas formas del pensamiento en medio de una atmósfera de tono metafísico, radicalmente distinta a todo lo antes leído. Aunque avanzo con cierta lentitud y a cada párrafo es imperioso releer, hay algo en esa primera lectura de los tres cuentos que me hace sentir cerca de un hallazgo…

Somos y no somos al mismo tiempo. Esta es una de las premisas fundamentales en la literatura de Borges, el punto de partida y simultáneamente el punto de llegada, porque uno no difiere del otro si afirmamos con Octavio Paz que:

todos los nombres son un solo nombre,
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
(Piedra de sol)

Estoy citando fuera de contexto, pero no lo hago sin motivo, pues así como Octavio Paz eventualmente llegó a India y hubo de maravillarse ante las bondades y riquezas del pensamiento filosófico oriental, al tiempo que era un conocedor de las cosmovisiones mesoamericanas; Borges, ese descendiente de pastores protestantes y soldados sudamericanos, llegó por la lectura de Schopenhauer al taoísmo, el hinduísmo y el budismo, e igualmente se quedó pasmado ante las posibilidades del pensamiento oriental en su conjunto.



No obstante lo disímbolas que son sus poéticas y sus perspectivas filosóficas, Borges y Paz concuerdan en la visión unánime de los tiempos del Ser.
Paz se pregunta en el poema "Piedra de sol":

¿cuándo somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida –pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos –,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo

A partir de otra perspectiva, también para Borges la individualidad es una ilusión, pues sólo podemos ser uno al tiempo que estamos siendo otro, o los muchos otros, el yo es en ese sentido algo indefinido y el individuo se desvanece en el curso del tiempo. Al responderse a sí mismo en el poema "Yesterdays" quién es él de entre los muchos yos que ubica en los miles de instantes vividos dentro de su vasta memoria, Borges enuncia:

Soy el cóncavo sueño solitario
en que me pierdo o trato de perderme,
la servidumbre de los dos crepúsculos,
las antiguas mañanas, la primera
vez que vi el mar o una ignorante luna,
sin su Virgilio y sin su Galileo.
Soy cada instante de mi largo tiempo,
cada noche de insomnio escrupuloso,
cada separación y cada víspera.
Soy la errónea memoria de un grabado
que hay en la habitación y que mis ojos,
hoy apagados, vieron claramente:
El Jinete, la Muerte y el Demonio.
Soy aquel otro que miró el desierto
y que en su eternidad sigue mirándolo.
Soy un espejo, un eco. El epitafio.

Podría afirmarse, en ese sentido, que Borges toma como referencia la antigua reflexión atribuida a Heráclito: nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. El río será distinto, pero el bañista ya también será otro.
Y a Borges le gustaba mucho emplear la metáfora del tiempo como un río. En un ensayo del libro Inquisiciones, afirma: “El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo desgraciadamente es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.”