martes, 9 de septiembre de 2008

La experiencia del cuerpo


Foto: Gabriel Morales

Hice el propósito de seguir las instrucciones. Apenas vendados los ojos procuré dejar que el cuerpo fuera conducido paso a paso en el experimento.
Apenas vendados los ojos, la memoria sensorial venía...unas noches antes había sido aquel concierto. Todos, treinta o cuarenta, colocados en círculo alrededor del fuego, aplaudíamos a ojos cerrados. Cada quien un ritmo y los djembés en su propia atmósfera llevando su discurso independiente.
Cada individuo un par de manos, primero un aplauso,luego dos, luego cinco, luego ocho, luego un coro de aplausos.
Percusiones primarias con la piel animal.
De nuevo sólo veinte, sólo doce, sólo cinco, y luego los djembés a un ritmo hasta volver al silencio.

Esa noche era el silencio nuevamente, que no disimulaba el cantar de los grillos. Comenzó la caminata, tomando con una mano los hombros del que iba adelante. Desisistí de indagar quién era.
Entré al recinto.

Música lejana, música del bosque lejano.
Lluvia de semillas, lluvia de imágenes tactiles.
Una mano me ha ofrecido una nuez. Muerdo-mastico-machaco-mastico-muerdo-trago.

La música continúa. Recibo en mis manos una mazorca. La paso por mis piernas, mis hombros, el rostro, mi pecho. Sonrío.
Una flor. He decidido que no sea una gardenia. Circunda mi piel, la tomo entre los dedos la saboreo con el olfato. No conozco su nombre, no adiviné su forma. Ansío sentir de nuevo su aroma.

Una uva. Sí, una uva. Muerdo. Escupo sus semillas. Oigo la música.
Percusiones, estrellas, infinito.
En el centro, nuevamente. Sentado frente a él, mis manos rodeándolo: el fuego.
Fuego sagrado, fuego nuevo, fuego feroz, fuego genuino.
Y la música es crispación, la música es crepitar de maderas, la música es calor.

Hasta que de pronto...el fuego cesa.
Y es entonces la ráfaga. Música que es paso veloz. Música que es elevación.
Me pongo de pie. Es quizás la cúspide en la montaña, es quizás la proximidad del lago, es quizás la punta nevada en la sierra.
Me elevo. Erguido, respiro en alto. Inundo mis pulmones con el aire caluroso, siento el sudor resbalar por las sienes. Abro la boca, exhalo, soplo, miro sin mirar hacia el cielo.
Y de pronto ahí están colocadas en mis dedos las plumas.
Expansión. Cascada de aire suelta a la deriva. Y mis brazos se extienden en su anchura y se elevan y descienden y flotan y mi respiración es cada vez más fuerte y mi espíritu está latente y escucha y percibe y siente.
Y el sudor resbala y el calor aumenta.

Descenso. Vuelta. Oleaje.
Curvaturas y remolinos de mar llegan a mis oídos.


El mar. El mar que siempre está empezando. Paul Valéry

Es el agua que es principio, es el eco de las olas, el tráfago perpetuo del horizonte, del espeso horizonte de agua. Espejo en movimiento.

No sé en qué momento cae la noche. La memoria se afana en ahuyentar las transiciones.
Siento las manos en mi espalda. Siento las palmas deslizarse por los omóplatos y apretar mis brazos.
Percibo aquellos brazoz ajenos rodéandome.
Supe de quién eran esos brazos.
Sentí en el pecho la presión de sus manos y comprendí algo que nunca hubiera escuchado de sus labios.

La música se diluye.
Vuelta al exterior. Sigue escuchándose el rumor de los grillos. Soy conducido nuevamente.
La venda es retirada.
Abro los ojos. Delante de mí: el árbol, cuerpo de soledad y unión. Me abrazo a él.
Camino hacia el círculo.
Todos hacemos el círculo.
Juntos dirigimos la mirada: arriba, lejanas e inquietas en el claustro que es la noche, las estrellas.

8 comentarios:

Carmen dijo...

Facinante alud de sensaciones y saber explicarlas con palabras.
me gustó mucho

Jesús dijo...

Qué gusto que te haya gustado, Carmen. Sobre todo pensando en que eres alguien que me ha inspirado a pisar ese terreno de la escritura sobre lo sensorial, doña apóloga del placer.

pensamientovisible dijo...

Tres experiencias en una. Fluiste, lograste aprehender la sensación de fluir y la fijaste en la palabra sin matar el movimiento. Te quedó bien chingón... ¡Chapeau!

¿Escuchaste? Los lectores gritaron ¡Queremos más posts d'éstos!

pensamientovisible dijo...

Olvidé comentar que la foto del maestro Morales es una chulada. Parafraseando: Gabo iría a ser mudo que dios le dio esos ojos.

Guillermo Vega Zaragoza dijo...

Hola Jesús:

Pues cuando quieras nos echamos las chelas. Viernes o sábado, o ya sabes, los miércoles en La Coyoacana (formerly La Guadalupana). Hoy no, porque tengo que ir a otro lado, pero el siguiente sí.

Saludos y un abrazo fuerte.

Guillermo

Juan Carlos Medrano dijo...

Hola Jesús.
Llegué a tu blog vía The Years.

¡Pero qué experiencia! / Creo en ese tipo de sensaciones corpóreas. ¿Lo mejor? que has podido aprehender esa tuya, muy particular, de modos serenos (aunque harto presenciales).

Me gustó mucho, pues'n.
Sobretodo cuando te quitas la venda y notas (en efecto) la magnitu de todas tus elucubraciones.

Salud.

Anónimo dijo...

jesus expresaste justamente lo que sentiste en ese momento, me gustó muchisimo

espero poder leer un poema tuyo sobre la semana en Xalapa

Alea Reygo dijo...

Has sido seleccionado entre miles de personas para contestar las 6 cosas que sí, las 6 que no… consulta las reglas en mi blog y contesta…