domingo, 10 de agosto de 2008

correspondencia

La lectura es fuente de placeres y torturas insospechadas. Leí un comentario de Paz hace tiempo sobre la acusación de plagio hecha a Villaurrutia por un poema de Jules Supervielle.
Cuando leí Saisir debo admitir que sentí una especie de desilusión o algo parecido al entender que Villaurrutia no era taaaan original. Pero luego reparé en el hecho de que nadie es original. Fue como si ante un espectáculo de títeres se asomara uno detrás del telón (o de bajo o por encima o donde quiera que se escondieran las manos del titiritero) y descubriera los mecanismos. Una vez que sabemos el truco del mago nos asombramos de otra manera al contemplar el espectáculo.

Ahora (unos tres años después), recordé esa relación entre los dos poemas. Imagino a Villaurrutia sentado en un sillón de su casa leyendo el poema en alguna revista del movimiento surrealista traída por algún amigo recién llegado de Europa...

SAISIR

Saisir, saisir le soir, la pomme et la statue,
Saisir, l'ombre et le mur et le bout de la rue,
Saisir le pied, le cou de la femme couché
Et puis ouvrir les mains.
Combien d'oiseaux lâché
Combien d'oiseaux perdus qui deviennent la rue,
L'ombre, le mur, le soir, la pomme et la statue.

Jules Supervielle

Lo imagino levantándose del sillón, releyendo verso a verso, ensoñando imagen por imagen en esa lengua extranjera tan de su agrado y tan presente en su vida...Pa' no verme tan ridículo como Álvaro, ensayaré una versión ranchera pero con muchos ánimos de compartir:

Asir, asir la tarde, la manzana y la estatua,
asir la sombra, el muro y el fin de la calle,
asir el pie, el cuello de la mujer tendida
Y después abrir las manos.
Cuántos pájaros liberados
Cuántos pájaros perdidos que se convierten en la calle,
la sombra, el muro, la tarde, la manzana y la estatua.

Enmedio de una noche cualquiera (que hasta ese momento habría dejado de serlo), el poeta se habría levantado de la cama y en un cuaderno a un lado de su cama habría escrito unas primeras notas. Ya después, con calma, disciplina y los demás pesares que implica refinar un texto habría escrito:

NOCTURNO DE LA ESTATUA

Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las flechas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oírla decir: "estoy muerta de sueño".

Xavier Villaurrutia

Tendría que leer más a Supervielle para familiarizarme mejor con su noción de la estatua, no sé si sea tan importante en su poesía como lo es en la de Villaurrutia. Y finalmente es harto distinta.
En todo caso, volviendo a mi lectura una vez que asimilé, digerí, reconocí, o como quiera decirse, la influencia de Supervielle en Villaurrutia he releído los dos poemas. Son finalmente tan diferentes, llevan a espacios tan disímbolos. Quizás, poniéndonos muy bachelardianos, podríamos decir que el poema de Supervielle atañe más a la ensoñación y el de Villaurrutia proviene mucho más del sueño mismo, de la noche, esa noche suya tan llena de fantasmas y evocadora de la muerte.

A fin de cuentas, creo que si hubiera leído primero Saisir, no me habría significado tantísimo como el impacto de leer y escuchar y releer Nocturno a la estatua. La atmósfera de misterio, el ambiente nocturno y noctámbulo, la violencia de la imagen de la estatua, la relación de éste con otros poemas de Nostalgia de la muerte...

En fin. No digo más, que cada quien lea lo que lleva consigo.

5 comentarios:

Rodrigo Sansores dijo...

Porque el sueño de las estatuas es la ciudad entera, cada ventana y cada luz rota a mitad de algún puente. Puestos de tacos, hormigueros de automóviles, bancos, callejuelas. Lo que puede soñar cualquier estatua del Dé Efe.

Un abrazo fraterno.

Rodrigo

Jesús dijo...

En esta ciudad, "montón de palabras rotas", el sueño y la muerte "nada tienen ya qué decirse"...

Un abrazo carnaval, J.

Álvaro dijo...

Mira, Jesusito. En cuanto llegue a casa voy a revisar mi libro de versiones de Octavio Paz porque se me hace que tu quesque traducción la copiaste (o te la aprendiste de memoria). Así que te acusaré de plagio de traducción.

Por otra parte, no me vas a negar que Saisir tiene también unas imágenes muy sugestivas. Tiene esas cualidades precisamente muy surrealistas. A mí los dos poemas me parecen realmente muy valiosos. No hay necesidad de compararlos. Imagina que en un taller de poesía les hubieran dictado a los dos poetas un conjunto de palabras y cada uno hubiera construido su propio poema. Ahí están los resultados.

Adriana Konzevik dijo...

Precioso tu blog y más aún tu presentación.

Jesús dijo...

Adriana, muchas gracias. Bienvenida a Memoria y ensueño.