martes, 1 de abril de 2008



El recuerdo de esa tarde no hace a un lado el aroma a zacate húmedo
Tampoco nublan la vista los enjambres de zancudos
Todos los sentidos convergen en la Gran barriga morada que es la tarde
Morados sus arbolitos que la pueblan
Moradas las faldas donde el sorgo señorea
Y las nubes se resisten a acariciarla con su llovizna

Los hombres caminamos sudorosos, íntegros
sumidos en una plática y mirando nuestro pies

De pronto de tanto caminar y no mirar más que los pies, el paisaje se transfigura
todo se vuelve de colores de verdura
Los hombres de San Juan nos abrazan, nos dan de comer y nos abigarran con su alegría
Entonces una eléctrica apuñalada del cielo
y caen a montones los cántaros

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