lunes, 19 de noviembre de 2007

De instrumentos musicales

Álvaro insiste en que sé tocar la guitarra. Y yo le creo. Al menos le hago caso y terqueo de vez en cuando (de modo que no soy tan terco), a pesar de que tengo el audífono muy durazno y llevo como cuatro horas distribuídas en tres días tratando de afinar la pobre guitarra de mi hermano. A veces pienso que uno debería aprender a tocar un instrumento aunque sea del puro coraje, porque ves de pronto a unos tipos tocar con una destreza que da envidia, pero si te apaciguas puedes disfrutar como nada esas notas deslizándose en el aire y....Uf.

Aunque luego esto también se puede volver un vicio infinito, buscar las cuerdas en medio de la tarde para no pensar en nada y divagar con las mismas seis notas que recuerdas de una canción de los bitles en un guitarra fácil de tu primo.




Pero con esas sies notas te sientas en una silla y pareciera que realmente sabes lo que estás haciendo y al rato hasta te aprendes una canción purépecha que no es muy complicada y que al ser acompañada por el coro de cuarenta niños de cuarto de primaria se disimulará muy naturalmente. Luego son los otros quienes se acercan a preguntarte cuál te sabes y que está padrísimo que sepas tocar guitarra. Y bueno, eso ya es parte del oficio del aparentar o dicho de otra manera del faire un peu à la mamade que es de hecho mi especialidad.

Quien sí me sorprende, en cambio, es mi amigo Gustavo que ha buscado entre los bazares que frecuenta un clarinete y un saxofón y ahora practica con su soledad desde que se mudaron a un departamento en Azcapotzalco con Rodrigo.





Ahí lo tienen, poeta y saxofón a la vez en el balcón del Changoestudio.

Porque finalmente uno llega siempre al punto en que se da cuenta de lo importante de aquellas clases de piano en la oscura y temible casa de luz ambarina siempre impregnada de un aroma a encierro, de las hermanas Garcilita, y de lo muy bueno que hubiera sido practicar en casa aunque fuera con esas partituras principiantes del "one little two little three little indians...". Pero bueno, ya está uno hasta acá rompiéndose la cabeza en tratar de sacar strawberry fields en el órgano eléctrico y no vale la pena lamentarse.

Después de todo siempre habrá un reproductor de música donde uno descubrirá cada vez más de lo que es posible hacer con la imaginación y los sonidos.





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