viernes, 31 de agosto de 2007

Un fragmento de vida




No me pude resistir a compartirles un fragmento del libro que acabo de leer de Romain Gary (Émile Ajar). Esta novela ganó el Premio Goncourt en 1975 con su seudónimo y el autor (que ya había recibido este premio por Las raíces del cielo en 1956) envió a su sobrino a recibir los honores. Cuando Gary se suicidó en 1980 dejó una carta que revelaba la identidad de Émile Ajar.

Comienza así...

"Lo primero que puedo decirles es que vivíamos en un sexto piso y que para la señora Rosa, con todos esos kilos que cargaba y sólo dos piernas, diariamente era una verdadera fuente de vida con todos los agobios y las penas que implicaba. Siempre nos decía que no se quejaba de otra cosa y que de todos modos era judía. Su salud no era buena tampoco y les puedo asegurar desde un principio que hubiera ameritado un ascensor.
Tendría yo tres años cuando vi a la señora Rosa por primera vez. Antes de eso, uno no tiene memoria y vive en la ignorancia. Dejé de ignorar a la edad de tres o cuatro años y a veces me hace falta.
Aunque había muchos otros judíos, árabes y negros en Belleville, a la señora Rosa no le quedaba más que subir los seis pisos sin ayuda. Decía que un día se iba a morir en la escalera y todos los chiquillos se ponían a llorar porque es lo que hace uno siempre que alguien muere. Éramos como seis o siete, o hasta más ahí dentro.
Al principio yo no sabía que la señora Rosa se ocupaba de mí sólo por el giro postal que le llegaba a fin de mes. Cuando me enteré tendría ya seis o siete años y me afectó saber que pagaban por mí. Yo pensaba que la señora Rosa me quería sin condiciones y que éramos el uno para el otro. Lloré toda una noche y esa fue mi primera desilusión."

Romain Gary (Émile Ajar), La vie devant soi, Folio/Gallimard, Barcelona, 2007.

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