viernes, 7 de septiembre de 2007

Un memorioso


Al finalizar cada clase con Arrigo Coen en la Escuela de Escritores me preguntaba a mí mismo, qué cosa podía averiguar en aquel 'pozo de ciencia', como diría mi padre. Una tarde me acerqué a este hombre y le pedí que me repitiera lentamente, para tener tiempo de anotar, un epigrama que mis padres recordaban haber escuchado en voz de mi abuelo. Le dije la parte que conocía y entonces lo identificó. Como era usual, me fue corrigiendo y luego me pidió que lo esperara hasta tener todos los versos.
El profesor Coen bajó su cabeza y tamborileando sobre el escritorio fue recordando:

Admirose un portugués
al ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
"Arte diabólica es",
dijo, torciendo el mostacho,
"que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho".
Nicolás Fernández de Moratín

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