domingo, 23 de agosto de 2009

Lo que no fue

Germán salía de la película, meditabundo, como solía hacerlo para causar esa impresión que le gustaba causar. Interpelaban a sus pensamientos escenas de Enemigos Públicos. Al pasar delante de una puerta de vidrio, miró su reflejo y se dijo:

-Podrías ser un tipo estilo Humprey Bogart, vivir en los años cincuenta, usar sombrero de fieltro, traje oscuro y fumar cigarrillos con gracia. Podrías ser uno de esos elegantes caballeros que al caminar (con gabardina) llevan gran porte y tienen siempre la respuesta cáustica para un comentario sarcástico; conocer a bellas rubias glamorosas. Podrías leer a Joyce en inglés y beber whiskey; tener tu revólver en el cajón derecho de tu escritorio en una oficina con persianas horizontales en tonos claros.
Sin embargo sucede que eres tú y odias que el tabaco apeste tu ropa, no aguantas ni dos vasos de güisqui cuando ya te sientes mareado, han pasado de moda esas persianas y en la oficina que compartes con cinco personas están unas horribles persianas en forma vertical. Caminas muy sin chiste, las agujetas sueltas y te quedas estupefacto ante cualquier insulto. Las mujeres que conoces usan pantalones de mezclilla, te hablan de güey y les choca usar tacones. No atinas a leer un artículo de prensa en inglés por el tedio de estar con el diccionario a un lado.
Conclusión: Siempre es mejor el cine.

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