domingo, 22 de marzo de 2009

"mudez insobornable"

Sentado en el sofá de la guarida, mientras Álvaro hablaba por teléfono a mi lado, tomé su compilación de Tomás Segovia y ojée páginas al azar. De pronto hallé un título que exigía (sí, este es el término preciso) ser leído...

JUEZ

Dispensador de la inquietud,
pálido juez que eres yo mismo,
pero frío lo niegas,
y me avergüenzas,
y no te puedo huir,

--no me mires con esos ojos.

(Severo, en las nocturnas horas
más agrias y desfallecientes,
flotas fijo donde mire,
me observas con mis ojos pero exánimes
y nada me preguntas,
mas tu mudez insobornable
las respuestas que formo perseguido
hiela y deshace una tras otra...)

Inquisidor impotente,descansa,
no me envenenes más el alma
con este tósigo de sinsentido
que me pudre la vida...

--y esos ojos.
esos paralizantes ojos
ciérralos, no hay con qué me cubra.



Leí en voz alta para Álvaro una vez que colgó. Sentimos emoción de habernos encontrado en el poema. Yo nos dije que bastaba de hacer caso a la mirada del juez. Se está en la vida no para reprocharse el no llegar a ser lo que se desea, pensé, sino para no cesar de intentarlo y en el camino disfrutar ese intento. Álvaro Huerta y yo fumamos un delicado y salimos a beber.

2 comentarios:

Asilo Arkham dijo...

Jesús, ganaste el blog de oro. Visita mi gran blog.

Akaotome dijo...

Con tanto Alvaro yo ya me hice bolas.