sábado, 23 de febrero de 2008


En ese diario ir y venir de color naranja, las multitudes se desencuentran.
Una mirada esquiva a la otra y se tiene la sensación de mirar siempre a otros, como si nosotros fuéramos el mismo cada día pasando los ojos por distintos rostros, distintos gestos. Pero ese otro de ahí en frente se vuelve uno solo, cada mañana miras ya no gestos, ya no rostros, ya no cuerpos, miras abstracciones de gente y con la certeza en que cada día será distinto miras el mismo cúmulo de cuerpos caminar en uno y otro sentido.
A veces, no obstante, pero esto de verdad es muy a veces, cuando logras abstraerte del siempre ver sin mirar, captas un instante de la esencia del otro, de algún otro que por un momento logró abstraerse también de su cómodo 'ser el mismo'. Es apenas un destello de reconocimiento entre los cuerpos, de conciencia de la existencia mutua y una vez que termina muy probablemente se perderán de vuelta uno y otro en el ir y venir y volverán a ser parte de un mismo todo: avalancha, masa, cuerpo, ráfaga confundida en el color naranja.

2 comentarios:

Carmen dijo...

¿Alvaro mirando a Jesús en el gusano naranja o Jesús recordando El Otro de Borges y Alvaro viéndolos?

Alea Reygo dijo...

Que chida foto!!!!!!!!!!!

Saludos