jueves, 8 de julio de 2010

El buen Cortázar, el cuento y la fotografía

El fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucho más allá de la anécdota visual o literaria contenidas en la foto o en el cuento.

Algunos aspectos del cuento, 1962.




Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros. No se trata de estar acechando la mentira como cualquier repórter, y atrapar la estúpida silueta del personajón que sale del número 10 de Downing Street, pero de todas maneras cuando se anda con la cámara hay como el deber de estar atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de una chiquilla que vuelve con un pan o una botella de leche.

"Las babas del diablo", Las armas secretas, 1959.

2 comentarios:

ursula dijo...

Ah, el gran Cortázar...

Mira, un ejemplo de lo que puede pasar si a los niños se les enseña fotografía:

http://www.kids-with-cameras.org/home/

Abrazos!

Anónimo dijo...

La fotografía es un reflejo argentino en la retina y en el alma.

J.A.F.