domingo, 9 de mayo de 2010

Evocación de don Carlos

Yo quisiera haber asistido a aquella escuela preparatoria donde un profesor explicaba la Historia de América, empleando como gran poderío la palabra. No para dominar, sino para colorear los libros de vegetación, hombres, aves y soles.

En esas conferencias, recorrería su voz profunda las venas de cauce veloz: Iguazú, Grijalva, Orinoco, Amazonas; los bosques, selvas y pastizales; y ese sol que tiñe la polvorienta piel de la tierra y la tez de los hombres.

Si Bolívar surgió entre una asamblea de montañas, ¿habrás nacido tú, maestro, en un baño de sol, de amor y de lluvia sobre un peñasco a un costado de un río? ¿O en una bocanada de aire fresco, o un sublime respiro del gran espíritu americano, allá donde la cabezas gigantes de nuestros antepasados nos vigilan con ojos muy abiertos?

De aquellos gigantes y sus contemporáneos, a quienes mirabas como si la tierra ocultara su cuerpo entero y sólo sobresalieran ante nuestros ojos las cabezas colosales, no repetiríamos sin aprender: La Venta, Tres Zapotes, San Lorenzo, sino que podríamos acaso intentar acercarnos, a través de tu poesía, a esas otras historias que son Historia y también nos pertenece.

Tú que has sabido dar un lugar a los predecesores, comprendiendo los defectos que de ellos cargamos, aceptando tu origen en la tierra como un todo, y descubriendo las expresiones de la cultura en cada uno de tus viajes por nuestro continente, tú, no has muerto. Has despertado ya en nosotros, la inquietud de buscar la identidad en este mundo; y de admirarlo y recomponerlo con la palabra entintada en la paleta de los colores de la naturaleza.

Has sembrado ya con tu pasión, en ese canto al mundo que fue tu vida, una esperanza en el porvenir de un pueblo confundido, aún agachado acaso ante "tribus espigadas", como dice Efraín Huerta, pero acaso sabiéndonos contemplados, también, por la mirada de piedra sabia que nos alienta a forjar un destino portentoso.

Y cuando llueve en esta Ciudad de México, es como si natura dejara caer ese tu bálsamo del trópico que incita a crear.

4 comentarios:

Carmen dijo...

Qué maravilloso está esto querido Jesús. Un ser como Carlos Pellicer con esa sensibilidad y esa mirada que traducía en palabras y colores todo el ambiente del que se rodeaba merece muchas más evocaciones, tuyas, mías y de todos los que se deleitan con su poesía.
un beso

ursula dijo...

qué belleza don Jesús, qué belleza, qué amor por don Carlos y qué maravillosa forma de escribirlo.

Usar el poder de la palabra no para dominar, sino para colorear, qué acertada imagen, y qué necesaria.

Gracias de nuevo y un gran abrazo

AMAURY dijo...

Un saludo antes que nada Sr. Nieto. No se porque no pude comentar esto en su facebook. Hace mención que al visitar Palenque solo pídió pasar al museo de la Venta en Villahermosa. La próxima vez pida visitar el poblado mismo de la Venta, suba el cerro y visualice otro de mis "valles metafísicos" y por favor salude a mi ayer que aun camina esas calles (que espero algún dia pueden volver a ser arena y limo y no pavimento) y que sale alegremente a las seis de la tarde de una de las escuelas primarias de ese pueblo...Don Carlos (estoy seguro) y yo saludamos su amor por Tabasco..

Jesús dijo...

Saludos a los tres. Me parece genial que cada uno tenga motivos tan distintos y tan entrañables para su amor a don Carlos.

Abrazos.