miércoles, 21 de febrero de 2007

Recordar, imaginar

Si recordar es traer hacia este lugar que llamamos presente elementos de aquel otro campo nombrado pretérito, el recuerdo está destinado a poseer una cualidad inventiva. Pues la Imaginación, ese monstruo de posibilidades al que en muchas ocasiones cerramos la puerta si lo percibimos atisbando por la ventana, se va escurriendo por los resquicios de la Memoria hasta imponer un pasado real.
El ensueño, me parece, es uno de los momentos clave en los cuales se cristaliza el vínculo entre estos dos mundos que son la memoria y la imaginación. Ese momento, o lugar, es una ocasión para crear. De modo que la evocación puede llegar a ser simultáneamente creación o, si preferimos el término, descubrimiento.
Apenas digo: "yo recuerdo" y estoy ya haciendo una propuesta de lo que quiero que haya sido el pasado. Un poco de nostalgia o remordimiento y el recuerdo se barniza, o aun se funde con la fantasía.

Recordar el futuro es una tarea que nos imponemos seguido como resposabilidad, acaso nombrándola de otro modo; pero proyectar el pasado, ensoñarlo, parece a menudo una tarea inútil. Lo inútil, no la hace menos apasionante.
Álvaro Rueda se aferra a ser recordado.

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